Un profesor, en su aula de filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma, sin decir palabra alguna y silbando una canción, presentó un frasco grande y transparente, procedió a meter unas pelotas de golf. Mientras intentaba introducir otra, preguntó a sus estudiantes si el frasco estaba ya lleno. los estudiantes respondieron que obiamente ya no cabía otra pelota más.
El maestro sacó una caja con pequeñas canicas y la vacio dentro del recipiente. Mientras las canicas se deslizaban entre las pelotas de golf, el maestro esbozaba una sonrisa. Entonces volvió a cuestionar si el frasco ahora sí estabá repleto. Ellos ya noestaban tan seguros y sólo de algunos brotó un timido "sí".
Luego, el profesor tmó una caja con arena y la vertió en el frasco, haciendo sonreír a quienes no habían respondido. Por supuesto, la arena rellenó los huecos. El profesor preguntó nuevamente si el frasco estaba lleno. En esta ocasión, los estudiantes respondieron con un "sí" unánime.
El profesor, enseguida, agregó dos tazas de café caliente y, efectivamente, empapó los espacios vacios entre la arena, e impregnó el ambiente con un suave aroma. Ya no había necesidad de pregunta alguna; sólo los estudiantes movían afirmativamente la cabeza.
Cuando la risa se apagó, el profesor, acariciando entre sus manos tres pelotas de golf, dijo: En el frasco de la vida, coloca primero lo esencial, por que si no, depués no habrá lugar para ello. Enseguida vienen las canicas de lo importante: la felicidad, la paz y la salud. Al final, la arena de los aspectos transitorios: cultura, vestido, trabajo, dinero. Las prioridades van primero. De entre los alumnos se escuchó un murmullo que repetía: "La prioridades van primero".
El profesor continuó su comentario: "El secreto de una vida armónica y feliz, radica en establecer una jerarquía de valores y vivir de acuerdo a ella. Ciertamente lo que para unos es esencial, puede ser secundario para otro, y lo que es transitorio para ti se podría transformar en importante para otro; pero lo que cuenta es que debe existir esta jerarquía en cada uno de nosotros. De otra forma, corremos el riesgo de llenar el frasco de nuestro tiempo con lo accidental y olvidar lo verdaderamente esencial".
El profesor ya se retiraba, cuando el alumno más joven le preguntó:
-Maestro, ¿y la taza de café?
-Ah, respondió el profesor, a pesar de todo lo que tienes que hacer,debes dejar un espacio para una taza de café con los amigos, para disfrutar el tiempo tirado en la playa, ver una película y hacer una caminata con los pies descalzos... y ahora, me perdonan; voy a tomarme mi taza de café.